11 octubre 2009

Historia real de un suceso inimaginable

8 de octubre de 2009, 00:00h

Todo comenzó al terminar de escribir el "Diario de una braga. Día 10".

Salía de mi casa para arreglar unos asuntillos de alto secreto relacionados con la introducción de pequeños microorganismos nocivos para la salud, que están inoculados en las pestañas de un saltamontes. Dicha información no me es permitida revelar y por ello no os la puedo contar.

El caso es que después de una reunión que tuve con dos agentes de la CIA (uno era bajito y muy resultón... tenía cierto aire a Danny de Vito pero sin estar tan gordo... bueno y el otro era mas parecido a un armario de cuatro puertas), donde intercambiamos información de los pormenores del caso.

Después de dicho cambio de información, me dirigía para mi casa por la comarcal 7 y 1/2 cuando, sin avisar, apareció delante mía un OVNI con los bordes forrados de pelitos rosas (muy cuco la verdad), emitía una tremenda luz que me dejó absorto por segundos y luego me desmayé, me introdujeron en su nave intergaláctica.

Por suerte ellos no sabían que yo era una persona entrenada en las mas antiguas técnicas de lucha, concentración y poder mental... que me fueron enseñadas en la antigua China sobre el 350 d.C. gracias a una máquina del tiempo que fabriqué yo sin querer al cambiar la bombilla de mi cuarto porque parpadeaba un poco.

El caso es que ellos desconocían este dato... y yo, recurriendo a dichas técnicas, conseguí despertar del coma inducido y me dispuse a saltar de la mesa de metal y repartir patadas giratorias a todo alien que se me cruzase... quizás no pensaron en mi entrenamiento pero no eran tan tontos como yo pensaba, pues lo que si que hicieron fue atarme a la mesa con una cuerda y un nudo de lacito.

Esto superaba todas mis espectativas de huida pero... jejeje... si pensaron en algún momento que me rendiría estaban listos. Gracias a una habilidad que adquirí cuando compartí habitación de estudios con el Gran Houdini, pude escapar desencajando todos los huesos de mis extremidades y uno de la oreja.

Ahora les daría su merecido.....

Se parecían en apariencia a Carmen de Mairena... pero eran mas guapos... aun así esto no me amedrento, pues no era yo nadie ni na... jaja.

Patadas, puñetazos y paradas así como peripecias de todo tipo se sucedieron en el feroz combate contra los alienigenas Carmenmairelianos... pero al fin pude vencer.

En la sala de mandos contacte con Alf que de buena voluntad y prometiéndole que le regalaría a Misi(mi gatito), me dio las instrucciones necesarias para poder abrir la trampilla para salir al exterior.

Así que, con un salto espectacular y sacado de miles de películas de acción, pero que, para el momento era absolutamente innecesario, salí de la nave. Pero... cometí un fallo... bueno... realmente dos: el primero, que sin tarje espacial de ningún tipo, era imposible sobrevivir en el espacio exterior, debido al frío extremo y al vacío que me reventaría como si de un balón embarcado en casa de la vecina se tratase. El segundo fallo es que me deje las llaves de mi casa.

El primer problema lo solucioné fácilmente... me frote las manos y me eche el aliento entre ellas, pero cuando me di cuenta, la Tierra estaba a 11.000 años luz de distancia... y yo era atraído hacia un agujero negro.

Este me absorbió... pero tratándose de mi... no podría conmigo. Nos lo echamos a piedra papel y tijeras y gane yo... pero el, reacio a perder, quiso jugar una partida a todos los deportes existentes: fútbol,baloncesto,billar,petanca,dardos,el parchís, la oca,a la brisca, a las magic (por suerte me lleve un mazo que pude robar de uno de los aliens Carmenmairelianos), etc...

Le gané a todos ellos y me propuso un ultimo juego. Dado que era su especialidad no pude negarme... para el que no lo sepa, la masa de los agujeros negros es tan inmensa que su gravedad no deja pasar ni la propia luz... y me digo que quien absorbiese mas luz ganaba. Yo acepte sin condiciones y empezó la competición.

El agujero negro no paro de absorber luz, de los soles cercanos y otros astros... pero yo que de toda la vida tuve que inflar las colchonetas en la playa, iguale su marca... nadie podría ganar esa espectacular competición pues ambos absorbiamos la misma cantidad de luz. Pero... amigo mio... yo tenia un As bajo la manga... a decir verdad lo que tenia era un flexo... y con esa luz extra gané la competición.

Ahora tendría que volver a casa... pero claro, estaba a 11.000 años luz de la tierra. Por suerte recordé las lecciones de natación que un día le di a David Meca y pegando un grito mientras me comía un plátano, llegue a la Tierra un ratito después.

Una vez llegado a la Tierra y después de aclarar a la NASA que el meteorito que había caído, era yo, emprendí camino hasta mi casa... pero...

Las llaves continuaban en la nave espacial de los aliens Carmenmairelianos...

Mira que tengo mala suerte.

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